Luego hizo un ejercicio más: Saltó a la conclusión de que el ejercicio era una mala idea. Si todo lo que salió ganando jadeando y resoplando era la enfermedad, no eran para él tales rutinas.
Examinemos otro escenario. Un cristiano, consciente de que ha descuidado su relación con Dios, comienza una nueva rutina espiritual de lectura de la Biblia y de la oración. Pero después de unos pocos días, surgen algunos problemas en su vida. ¿Qué quiere concluir? Al igual que el ex-atleta, en caso de que decida que su búsqueda espiritual era una mala idea y que no sirvió de nada. Por supuesto que no será tal la respuesta.
No oramos y leemos la Biblia para conseguir una vida libre de problemas y perfecta. Buscar a Dios no es causa y efecto. Lo hacemos porque nos acerca más en nuestra relación con Aquel que es perfecto. La búsqueda de la divinidad no nos eximirá de problemas (2 Tim. 3:12). Pero una vida dedicada a amar y buscar a Dios (Heb 10:22) es siempre una buena idea, no importa lo que pase.
El tiempo que pasamos con Dios cada día a través de la oración y la lectura de Su Palabra nos ayudará a afrontar lo que viene en nuestro camino y nos acercaremos más al Señor.
Reflexión:
Las raíces de la estabilidad provienen de fundarse sobre la Palabra de Dios y la oración.
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