Cuando el comunismo ateo era un poder amenazante para el mundo, proclamó que Dios no existe y que la fe en cualquier vida futura era una ilusión engañosa. Leonid Brezhnev había sido el dictador soviético, la encarnación de la incredulidad marxista. Pero algo sucedió en su funeral que contradecía el ateísmo. George HW Bush, entonces vicepresidente de los EE.UU., fue el representante oficial del país en la ceremonia formal solemne.
Informó que mientras el ataúd estaba todavía abierto, la viuda de Brezhnev se quedó inmóvil ante el cuerpo de su marido. Y justo antes de que los soldados cerraran la tapa, metió la mano en el interior e hizo la señal de la cruz sobre su pecho. ¡Qué gesto desesperado y significativo! Esa viuda evidentemente esperaba que lo que su marido había negado vehementemente de alguna manera podría ser cierto.
Afortunadamente, podemos tener esperanza más allá de esta vida terrenal. Todo lo que necesitamos hacer es abrazar por la fe el mensaje salvífico de la cruz: Jesús murió por nuestros pecados y resucitó para que nosotros pudiéramos vivir eternamente con Él. ¿Usted cree? Entonces, únete al apóstol Pablo en afirmar que "confiamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen" (1 Tim. 4:10).
La cruz es mi esperanza para la eternidad- No tengo mérito propio; La sangre derramada de Cristo me lava- Mi confianza está en Jesús. -Christiansen
La cruz del Calvario es el único puente a la vida eterna.
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